Segundo día del festival y, para mi gusto el de cartel más flojo. Además, después de haberlo dado todo el jueves, íbamos bastante justos de energías...
A Salduie no llegué (hubo gente de mi grupo que sí) y cuentan que estuvieron bastante bien. Una pena que les tocara abrir el día, porque en el acústico dejaron buenas sensaciones...
Sí que llegamos para ver a los murcianos Injector, que dieron un auténtico conciertazo de thrash metal puro, poniendo al día el sonido clásico ochentero. Sonaron rápidos, intensos y no exentos de técnica, así que quedan apuntados como banda a seguir.
Unos que llevan mucho tiempo en esto son los catalanes Morphium y se les nota, porque tienen un directo muy refinado y trabajado. Su metalcore pesado y atronador no es santo de mi devoción, pero en directo tuvieron su puntito. Montaron una buena jarana, su cantante se bajó al público y dejaron bastante contento al personal.
Noctem venían a poner el punto extremo al día, y la verdad es que no empezaron muy bien. Tuvieron bastantes problemas de sonido, con el micro de Beleth que no funcionaba, lo que provocó que abandonara el escenario airado. Los técnicos lo solucionaron rápido y solo se vio afectado el primer tema, por lo que pudimos disfrutar de su intensísimo black metal. Lástima que les tocara salir a las 6 de la tarde con un sol de justicia, porque en la oscuridad de la noche estoy seguro que lucen mejor.
A continuación uno de los platos fuertes del día, los albaceteños Angelus Apatrida. Después de gozar a lo grande el año pasado con su descarga en sala en Bilbo, en festival son casi capaces de generar el mismo feedback, lo que dice mucho de su buen hacer. Instrumentalmente soberbios, dejaron caer clásicos como Indoctrinate o Sharpen the Guillotine. Salieron de Zamora como triunfadores y no puedo esperar a volver a verles en el Leyendas como cabezas de cartel.
Pasamos del thrash metal cañero al metal pirata de Alestorm, el otro plato fuerte de la jornada (al menos para mí). Con Alestorm ya sabemos lo que hay: no se toman en serio a sí mismos, lo que no supone merma en su música: la banda es un cañón en directo y clásicos como Drink o Fucked with an Anchor funcionan a la perfección, igual que lo hizo el tema que estrenaron del disco que salió la semana siguiente, Killed to Death by Piracy. Saltamos, cantamos y remamos, así que nos lo pasamos como enanos.
Sé que esto que voy a decir suena a herejía, pero en la vida he podido con Accept. Por más que lo he intentado con su discografía, no me entran. Así que les escuché de lejos. Sonaron bien y la gente salía contenta, pero si no me entran en disco, en directo tampoco.
El día lo cerraron Saurom y Lujuria, pero para esa hora yo ya estaba de vuelta en el apartamento...

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