De Hercules Poirot y Miss Marple: las novelas de Agatha Christie

Todavía recuerdo la estantería que había en casa de mis abuelos y la fila, para mí interminable fila de libros que ocupaba íntegro uno de sus estantes, tan largo como la pared del pasillo en la que se apoyaba. La colección era la Biblioteca Oro de la Editorial Molino y contenía decenas de novelas de Agatha Christie. Últimamente, como manera de pasar de una novela profunda a otra, me ha dado por retomar la lectura de sus novelas.

Y es que no tendría más de 12 años cuando leí El hombre del traje color castaño, pero me quedó grabada la manía de la protagonista, antropóloga, de ir reflejando la forma del cráneo de la gente que se encontraba; también recuerdo leer Diez negritos, aunque ésta debió impresionarme menos, porque apenas recuerdo nada de ella. Sin embargo, los verdaderos triunfadores de aquellas novelas y por ende las que, podría decirse, son mis  novelas favoritas de Agatha Christie, son las del detective Hercules Poirot y la anciana Miss Marple.

No podemos estar ante dos personajes más distintos y, sin embargo, a su manera ambos funcionan a la perfección. No puede haber mayor contraste entre el cosmopolita y ligeramente engreído detective belga que ha viajado por el mundo y la afable ancianita inglesa que apenas ha salido de St- Mary-Mead. A pesar de su diferencia de carácter y de origen, ambos personajes son sagaces a la hora de detectar el crimen y localizar a sus culpables, uno haciendo uso de sus "células grises" y la otra por el conocimiento de "la naturaleza humana" que le ha dado décadas de vivir en un pequeño pueblecito.

No sabría decir qué novela de cada uno me gusta más. De Miss Marple tengo claro que el premio se lo lleva la colección de cuentos Los trece problemas, donde el ingenio de Agatha Christie es capaz de crear un complejo misterio (y desentrañarlo) en apenas 20 páginas, aunque El caso de los anónimos, para mí, se queda cerca. En cambio, de Poirot me gustó mucho El misterio del tren azul y Peligro inminente, dos novelas muy bien construidas y con un final que, a pesar de que son siempre rebuscados, en ambos casos resultan sorprendentes.

De que las novelas de Agatha Christie no son alta literatura no me cabe duda alguna, pero que en su objetivo de entretener son imbatibles, tampoco me cabe duda. Como alternativa a novelas o ensayos más profundos, su ligereza se agradece. Y, qué demonios, ojalá tener la mitad del talento de Agatha Christie para plantear misterios.

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