¿Y por qué un blog?

Siempre me ha gustado leer, y siempre me ha gustado escribir. Cuando hice selectividad dudé mucho, muchísimo entre cursar Derecho o Periodismo: acabé en la primera y escribí, vaya si escribí. Durante seis años de carrera (Derecho Constitucional I con Beobide fue un hueso muy duro de roer) llené páginas y páginas de teoría política, derecho de familia, de la propiedad, responsabilidad civil, penal, mercantil... Os podéis hacer una idea: todo muy pragmático.

Hace nueve años empecé una aventura similar a ésta: en aquella época me apetecía un montón escribir sobre música, y fruto de ello nació el blog Surimi World. Primero en Blogger, después en Wordpress y, durante una temporada, con su propio dominio .com, reseñé cientos de discos, varios libros y conciertos y alguna película, casi siempre todo en torno al heavy metal (en lo que a discos y libros se refiere). Durante esa época también tuve una sección en el podcast de Rock in Bilbo hablando de discos y conciertos, en la que dí rienda suelta a esa pasión de escribir, logré romper mis límites y escuchar mi propia voz en diferido y pude, durante un tiempo, saber cómo podría haber sido mi vida (profesionalmente hablando) si mi elección en aquel lejano junio de 1999 hubiera sido otra.

Sin embargo, esto no dejaba de ser un hobby y el mundo del Derecho seguía (y sigue) siendo el que paga las facturas. Así, conjugar la vida laboral, la familiar (con dos niños pequeños) y las obligaciones autoimpuestas de publicar tres entradas semanales en el blog acabaron por asfixiarme. Me dí cuenta de que no disfrutaba de los nuevos discos que escuchaba, que si iba a un concierto estaba más pendiente de anotar el set-list que de disfrutar de lo que oía y, por qué no decirlo, de ver la repercusión de mis publicaciones en redes sociales. Y en medio de todo esto, grabar y editar una pieza de 10 minutos para el podcast.

La presión en el trabajo aumentó y las tres entradas semanales se convirtieron en dos, cada una dedicada a un disco; luego pasaron a una entrada a la semana, en la que en un párrafo me ventilaba un disco y así resumía cinco o seis discos cada semana. Las promesas laborales se esfumaron, la calidad de las entradas se resintió y poco a poco la ilusión se fue yendo por el sumidero, de tal manera que, sin despedida de ninguna clase, dejé de escribir. El blog sigue ahí, podéis buscarlo y echaros unas risas.

Vuelvo ahora en otro plan, a hablar más de mí, de los libros o discos que pueda escuchar, de las películas que pueda ver o de los juegos de mesa o las partidas de rol a las que juegue con mis amigos. Quién sabe, si algún día me recupero de una lesión es posible que hasta os cuente mis salidas en bicicleta (y si se tercia, quizá hasta cuelgue alguna fotillo chula de paisajes).

No espero que nadie me lea. Esto es para mí y por mí. Pero si alguien llega hasta aquí, bienvenido seas.

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